martes, 22 de mayo de 2018

Romanos 9: La elección de Israel o la elección de los Cristianos?





Ministerios Vida Eterna




La carta a los Romanos ha sido llamada la constitución del Cristiano. Es aquí donde Pablo expresa con mayor claridad como todos los hombres están bajo el juicio divino por su pecado (cap. 3); no hay ni uno solo bueno. También nos habla de la manera en que nosotros como creyentes somos justificados ante Dios por medio de la fe en Cristo (cap. 3 y 4). Nos habla de los beneficios de la justificación (cap. 5) y la unión con Cristo por medio de la fe (cap. 6). 

 En el capitulo siete nos habla de la lucha entre la carne y el espíritu que tienen aquellos que reciben a Cristo. Nos sigue hablando de la victoria del cristiano en el presente y en el futuro, de la victoria en el mundo aunque el sufrimiento y la muerte nos alcancen en esta vida (cap. 8). 

El capitulo nueve nos habla de la elección incondicional para salvación, tema muy controvertido pero verdaderamente importante para nuestra firmeza en la fe. El capitulo 10 nos habla de la salvación y la importancia suprema de la fe en Cristo enfatizando la importancia de la elección soberana para la salvación de los hombres. El capitulo 11 nos habla de la participación de los gentiles y los judíos del mismo árbol de olivo y las bendiciones que ello conlleva. De los capítulos 12 al 16 nos habla de aplicaciones prácticas en la vida cristiana.

En este breve estudio vamos a considerar el capitulo nueve de Romanos. Veremos como Pablo desarrolla, fundamenta y aplica su doctrina de una elección incondicional para salvación. Haremos el estudio progresivamente, comenzando desde el primer verso hasta el último para poder ver la manera en que Pablo nos presenta su teología de elección.






El problema de Israel

Qué significa Romanos 9? Dejemos que sea el contexto del pasaje el que determine el significado. Pablo comienza expresando un gran dolor en su ser acerca de su pueblo, los Israelitas según la carne (1-3). 

Romanos 

9:1-3 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, 2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne.


¿Qué significan esas palabras? Hay dos formas de verlo:

A. Declara su deseo de que todos los Israelitas fuesen salvados hasta el punto de ser el mismo rechazado para que ellos lo fueran.

B. Declara hasta que punto ama los de su nación. Ama tanto a su pueblo israelita, del cual está separado por ser seguidor de Cristo, ya que ellos, en su mayoría no creen en Cristo que Pablo dice que desearía no ser cristiano para poder ser aceptado por su pueblo y que pudiesen compartir juntos lo que ellos comparten entre sí: la adopción, la ley, el culto, las promesas, los patriarcas, etc.


Consideramos que la opción B se ajusta más al contexto. Sin embargo, sabiendo que el cumplimiento de la profecía, los pactos y la verdadera unión a los patriarcas es por medio de la fe en Cristo (Gal. 3:7) y por lo tanto pertenece a aquellos que son cristianos, surge una interrogante: ¿Significa esto que las promesas de Dios han fallado? (vs. 6a) Pablo reconoce que las cosas no son como el hombre quisiera sino como Dios mismo lo ha dispuesto. En respuesta a la pregunta retórica sobre el fallo de la palabra de Dios Pablo ofrece una respuesta problemática y difícil de comprender: Pablo deja claro que el ser Israelita no es por descendencia carnal pues “no todos los que descienden de Israel son Israelitas.” (vs. 6b) Las promesas en realidad no fueron hechas a “todos” los Israelitas sino a “algunos” Israelitas. Esa es, sin embargo, una respuesta enigmática que necesita explicación. ¿Qué es eso de que no todos son Israelitas? La respuesta de Pablo va más allá aun: “ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos suyos” (vs.7a). Ahora sí hay un problema serio. Los israelitas se consideraban así mismos legítimos Israelitas y los verdaderos hijos de Abraham (Juan 8:38). Pablo, como Cristo anteriormente lo hizo, elimina por completo esa idea. La respuesta es que los hijos de Abraham y los verdaderos Israelitas no lo son por descendencia carnal sino que “sino que son contados como descendencia los hijos según la promesa” (vs. 8b) es decir, esto es por elección divina.



Ejemplos de Elección Divina


Otra vez, esto crea problemas en la mente del judío y por eso necesita una explicación. Pablo pasa a demostrar que siempre ha sido así y les trae ejemplos históricos donde se demuestra que Dios fue soberano en escoger a quienes son según la promesa en el pasado y aun en el presente cuando los judíos todavía estaban rechazando a Cristo. Dos ejemplos históricos son presentados por Pablo para demostrar la elección soberana de Dios:

-Isaac (el menor y menos indicado) elegido e Ismael es rechazado (vs. 7b, 9-10)

-Jacob (el menor y menos indicado) elegido y Esaú rechazado (vs. 13)

El lector podría llegar a concluir que Dios había basado su elección en su pre-conocimiento de lo que cada uno iba a hacer, se podría llegar a pensar que la diferencia estaba en el hombre. Después de todo Esaú probó ser ingrato e infiel en su vida despreciando su primogenitura (Heb.12:16.) Sin embargo, Pablo aclara rápidamente que no es así y dice:

No habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal (para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciera, no por las obras sino por el que llama) (vs. 11)

Si la diferencia no está en los hombres, ¿en quién está? Pablo, de nuevo va más allá con su explicación trayendo otro ejemplo: “cuando Dios le dijo a Rebeca: "El mayor servirá al menor". Como está escrito: "A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí".” (vs. 13)

De nuevo vemos que hay un problema y es grande. ¿Significa que Dios odia a unos y ama a otros sin razón ni motivo alguno en el hombre? ¿Significa que es Dios quien determina desde el principio el destino final de cada uno? Eso mismo es lo que Pablo está diciendo. Si usted entendió bien lo que el Apóstol quiso decir, entenderá que Dios escoge (ama) a unos y rechaza (odia) a otros de antemano y sin que nada que los hombres vayan a hacer, sea bueno o sea malo, juegue algún papel en el asunto. Si usted entendió otra cosa, no ha comprendido a Pablo correctamente.

Siendo que lo que Pablo dice no es fácil de tragar, Pablo continúa escribiendo. El reconoce que eso que ha escrito, a los ojos de los hombres, no es justo. Cualquiera que entienda bien lo que el apóstol dice podría rápidamente protestar diciendo “¡Dios es injusto!”. 



Objeciones contestadas

Pablo reconociendo el peso y la dificultad que sus palabras presentan para el lector hace ciertas preguntas retóricas como respuestas a esas objeciones que el anticipa serán levantadas. La primera serie de preguntas: ¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? (vs.14a) La respuesta de Pablo es “¡De ninguna manera!” (vs. 14b) y sigue con una explicación que en realidad no satisface al lector y él lo sabe, pero su respuesta es bíblica. Pablo dice:

Pues a Moisés dice: "Tendré misericordia del que yo tenga misericordia y me compadeceré del que yo me compadezca". Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. (vs. 15-16)

Recordemos que Pablo está dando una explicación a su declaración o tésis presentada al comienzo de este capítulo cuando dijo lo siguiente ante la realidad de que muchos Israelitas no creen en Cristo para ser salvados:

No que la palabra de Dios haya fallado, porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, 7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos suyos… Esto es: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que son contados como descendencia los hijos según la promesa (vs. 6-8)

La respuesta de Pablo en los versos 15 y 16 no nos ayuda si todavía seguimos pensando que Dios no puede escoger a quien Él quiera ni tener misericordia de quien él decida sin contar con el permiso de los hombres. Pablo una vez más resalta lo dicho anteriormente cuando dijo “antes que nacieran… no habían hecho ni bien ni mal para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciera” (vs. 11a). Ahora escribe “no depende del que quiere ni del que corre” (vs. 16a). Estas palabras apuntan a dos áreas importantes del ser humano, “querer” tiene que ver con la voluntad, la disposición del corazón o el deseo del alma. Pablo dice que en la elección de Dios, la voluntad (albedrío) del hombre nada tiene ver para recibir o dejar de recibir misericordia de Dios. También dice que “no depende del que corre”. El “correr” tiene que ver con las acciones, las obras o los méritos alcanzados. Estos tampoco tienen nada que ver como condición a la elección divina. Este pasaje descarta tanto “la fe” como “las obras” como condiciones previas a la elección. La fe misma es una expresión de la voluntad del hombre; tanto la fe como las obras son productos del querer o el deseo del corazón del hombre (comp. Juan 5:38 y 40.)

Para fortalecer su caso, Pablo sigue trayendo ejemplos de la soberanía de Dios sobre los hombres. No solamente escogió a Isaac sobre Ismael y a Jacob sobre Esaú, sino que también hizo lo que quiso con Faraón levantándolo para mostrar su gloria por medio de él:

porque la Escritura dice al faraón: "Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra". (v. 17)

Si recordamos el relato de cuando Dios envía a Moisés al Faraón para que deje ir al pueblo, Dios le dice por lo menos en cuatro ocasiones que él (Dios mismo) endurecería el corazón de Faraón para que no deje ir al pueblo (Ex. 4:21; 7:3; 14:4; 14:17). Así que si Faraón endureció su corazón fue porque Dios mismo lo endureció. Con eso en mente, Pablo sella su discurso diciendo: “De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.” (Ro. 9:18).

El Apóstol percibe que sus palabras no son fáciles de aceptar y procede a dar respuestas a preguntas retóricas que el anticipa han de ser levantadas como objeción a su doctrina:


     Romanos 9:19-22 Pero me dirás: "¿Por qué, pues, inculpa? ¿Quién ha resistido a su voluntad?"20 Pero tú, hombre, ¿quién eres, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: "Por qué me has hecho así"?21 ¿Acaso no tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?


La primera pregunta cuestiona el carácter de Dios. ¿Por qué inculpa? ¿Por qué culpa Dios a alguien de no hacer lo que El manda si El mismo lo ha endurecido para que no lo haga? En la mente de todo hombre eso no tiene sentido. Pablo lo sabe. La segunda pregunta reconoce el poder de los decretos divinos. Si Dios ha establecido que algo es de cierta forma, ¿Quién lo puede cambiar? La voluntad de Dios aquí no es la voluntad preceptiva que puede ser violada por los hombres sino la voluntad decretada, la cual es inquebrantable. Cuando Dios decreta algo, eso ha de pasar tal y como ha sido decretado. Si Dios ha decretado el endurecimiento de alguien, ese se ha de endurecer pero si ha decretado lo contrario, así también ha de ser. Nadie puede resistir su voluntad. Eso es exactamente lo que Pablo está diciendo y lo que estas preguntas declaran. Sin embargo, el apóstol no explica ni niega tales conclusiones. Pablo simplemente contesta las preguntas con otras preguntas:

Pero tú, hombre, ¿quién eres, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: "Por qué me has hecho así"?21 ¿Acaso no tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?(vs. 20-21)

En otras palabras, ¿y qué? ¡Dios es soberano y punto! El hombre no es quien para altercar con Dios sobre su manera de hacer las cosas. (vs. 22) 



Aplicación de su Doctrina

Muchos teólogos afirman que este pasaje no tiene nada que ver con elección individual para salvación de algunos y no de otros. Ellos afirman que se trata solamente de una elección nacional de un pueblo sobre otro. Es decir, para ellos, este pasaje trata sobre como Dios escogió al hijo de Isaac y no los descendientes de Ismael así como al pueblo de Israel (los hijos de Jacob) y no a los Edomitas (los hijos de Esaú) para ser el pueblo de donde vendría el Mesías. Esa conclusión puede ser cierta en este pasaje. Podemos ver claramente que en la historia, fue el pueblo de Israel el que Dios usó y guardó para mantener el linaje del que vendría el Mesías. Pero ¿es eso todo lo que Pablo está diciendo? Si Pablo dejara su escrito hasta el verso 22 probablemente pudieramos concluir que solo se trata de eso y nada más, pero no es así. Pablo sigue escribiendo y llevando sus ejemplos a una conclusión final. 

De ser esto solamente un problema de naciones y nada más, que Dios simplemente estaba escogiendo gente para su servicio en ciertas áreas y no es asunto de salvación o perdición eternas, las preguntas y objeciones que Pablo levanta, aunque válidas hasta cierto punto, en realidad no tuvieran la misma fuerza y quizás fuesen hasta innecesarias. Sin embargo, la aplicación que hace Pablo de sus ejemplos nos lleva mucho más allá de una elección nacional o para el servicio. Vemos que la razón por la que Pablo trae estos ejemplos es para poner el fundamento bíblico a su doctrina de la salvación eterna de los hombres por causa de la elección incondicional conforme a los planes y propósitos de Dios. Otra vez, recordemos que Pablo está explicando su tésis del principio que tiene que ver con la salvación individual de los Israelitas que no creen el evangelio: 

6 No que la palabra de Dios haya fallado, porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, 7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos suyos… Esto es: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que son contados como descendencia los hijos según la promesa (vs. 6-8)

Ya Pablo ha dejado claro que la incredulidad del pueblo de Israel se debe a que no todos los Israelitas son hijos según la promesa. Por eso no creen en Cristo. El ha dado ejemplos claros y conocidos de la Escritura para demostrar que Dios escoge a quien quiere escoger sin condiciones humanas de ningún tipo (Isaac y Jacob). Además demuestra que el no solamente levanta los escogidos para Sus propósitos y para que reciban Sus promesas sino que también levanta los impíos para glorificarse en y sobre ellos (Faraón). En resumen, no depende de los hombres, “no depende del que quiere ni del que corre sino de Dios” y“Dios tiene misericordia de quien Él quiere tener misericordia y se compadece de quien se quiere compadecer.”



¿Vasos de Ira y vasos de Misericordia?


     ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción? (vs. 22)


Este verso nos lleva más cerca al pensamiento de Pablo en cuanto al porqué del tema principal y el objetivo de su escrito. ¿Por qué unos se salvan y otros no? Pablo explica que hay vasos de ira preparados para destrucción los cuales Dios ha levantado y soportado con paciencia hasta que llegue el momento para mostrar su ira y su poder sobre ellos. Seguidamente el Apóstol dice que también hay vasos de misericordia los cuales el mismo Dios ha preparado de antemano para gloria:


Él, para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que había preparado de antemano para gloria. 24 A estos también ha llamado, es decir, a nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles.


El contexto nos habla de “ira” y “destrucción” para algunos y también nos habla de “misericordia” y “gloria” para otros. Obviamente esto es mucho más que un llamado al servicio ministerial o un llamado nacional. Pablo dice que los vasos para gloria y misericordia son aquellos a quienes Dios está llamando a la fe por medio del evangelio y el arrepentimiento tanto de entre los judíos como de entre los gentiles. Esto es lo mismo que dijo a los Corintios:


1 Co 1:23-24 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles; 24 mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios.


Es decir, hay escogidos para gloria (vasos de misericordia) entre los judíos y hay escogidos para gloria entre los gentiles. Estos vasos de misericordias son llamados por medio de la predicación de la cruz. Nótese que tanto en Romanos como en Corintios Pablo nos da a entender que no todos son llamados a la fe sino solamente los vasos de misericordia. Por tanto, el llamado en vista no es el llamado externo del predicador sino el interno del Espíritu que solo Dios puede hacer y que siempre resulta en la salvación de los escogidos.

Pablo nos recuerda las palabras proféticas del Antiguo Testamento cuando el profeta Oseas habla de un pueblo que no es pueblo el cual será llamado pueblo de Dios. Esto, según Pablo es una referencia a los vasos de misericordia entre los gentiles, escogidos para gloria (25-26). También nos recuerda las palabras de Isaías cuando dice que aunque el número de los israelitas fuese como la arena de la mar, solamente un remanente, un grupo pequeño en comparación sería salvado.

En el verso 30 y 32 Pablo, a manera de conclusión, hace otro par de preguntas: 

30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; 31 mientras Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino dependiendo de las obras de la Ley, de modo que tropezaron en la piedra de tropiezo.


Pablo nos muestra la soberanía de Dios al salvar los gentiles. Ellos no iban buscando justicia y la hallaron porque Dios los llamó, mientras que Israel (según la carne) iba tras la justicia y no la alcanzó. Pablo indica también porque no lo alcanzó: Porque no iban por fe sino por las obras de la Ley y por eso no pudieron recibir a Cristo y por eso tropezaron en el. 

Ahora, sabemos que no todos los Israelitas rechazaron al Mesías, un remanente sí lo aceptó y no tropezó (vs. 33). Recordamos una vez más que el evangelio de la cruz es “tropezadero” para los judíos pero no para los judíos que son llamados (1 Cor. 1:23-24). 

Eso entonces nos indica que "Dios que tiene misericordia de quien quiere". Tanto los gentiles como los judíos son salvados por la misericordia incondicional de Dios. 

Es más que servicio o elección de naciones; es la salvación o la perdición eterna de los hombres individuales lo que está en vista en este capítulo.








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